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Crisis inmobiliaria Se esquivó y se elude aún hoy calificar así a la situación por la cual atraviesa desde hace ya más de dos años el sector inmobiliario y el desarrollo privado en la Argentina. Ausentes los inversores y desaparecidos desde hace mucho el usuario final, no se vislumbra una salida en el corto plazo. Asombra la pasividad del sector en hablar claramente sobre la parálisis de la actividad y la inaccesibilidad a la compra de la primer vivienda por todo el espectro social.

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No hay duda y nadie puede negar que el mercado inmobiliario y el desarrollo privado de viviendas vivió muy buenos momentos en la última década. Todo excedente o casi, fue a parar al ladrillo hasta fines del 2011. El Cepo cambiario, derrumbó a ese mercado cuyo único pilar fue el inversor. Pero, el usuario final, asalariado medio, siempre estuvo ausente durante esos años de euforia inmobiliaria. Por ende, la situación actual de CRISIS HISTÓRICA del sector, resulta una clara consecuencia de enfocar los productos inmobiliarios casi con exclusividad hacia una demanda inversora pero que por otra parte fue la única existente ante la falta de crédito.

Así, el cepo, marcó el fin de uno de los ciclos de expansión inmobiliaria que será recordado porque los inmuebles y las viviendas fueron considerados casi con exclusividad por su valor de cambio independientemente de su valor real de uso. El desarrollo de nuevos emprendimientos sigue aún hoy apuntando a esa lógica, con su consecuencia de reducción de superficies y calidades convirtiendo a desarrollistas en financistas que administran el riesgo que en definitiva pesa y recae finalmente en el comprador-inversor.

Algunas consecuencias de este modelo comienzan a verse en la forma de productos con menor calidad de la prometida, entregas dilatadas, cuotas adicionales imprevistas e incluso parálisis de obras. No saber parar a tiempo, no querer hacerlo o bien no contar con la pericia profesional y la honestidad necesaria para una adecuada conducción por parte de los promotores, conducen a estas situaciones que no sólo afectan a los damnificados sino que también salpican a aquellos desarrolladores responsables por contagio en el imaginario colectivo.

Más allá de situaciones puntuales, se debe hablar claro: la actividad inmobiliaria está en crisis. Las compraventas atraviesan por el peor momento del cual se lleve registro. Y las superficies a construir en obras privadas medidas por permisos han disminuido drásticamente y lo más grave es que no se ven señales que permitan advertir que está situación pueda revertirse en el corto plazo, asombrando la cautela y pasividad con la que representantes del sector tratan y se ocupan del tema.

Inflación, contracción económica, cepo cambiario e incertidumbre sobre el nivel futuro de ingresos y su poder adquisitivo, dominan el contexto actual. Pensar que la abolición del cepo es la batalla a libar por el sector, sería nuevamente cometer un error, como lo fue acompañar al CEDIN como la solución para la reactivación del mercado. Se debería tomar conciencia y actuar en consecuencia, no sólo discursivamente, que el mercado de la vivienda para los sectores medios y medios bajos es el verdadero nicho sobre el cual el mercado privado debería avanzar y eso sólo puede lograrse con crédito hipotecario masivo a largo plazo en condiciones de ser pagado por un trabajador medio.


© ReporteInmobiliario.com, 2003-2014, lunes 16 de junio de 2014

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